Oficio : Leer

oficio leer

Este libro de varia invención, miscelánico de una a otra orilla, reflexiona (desde todos las perspectivas posibles) sobre el bello oficio de leer. Es quizá mi libro más personal, más íntimo, y quizá por eso también el que más gocé escribiendo.
Sobre «Oficio: leer» opinó el poeta José Kozer:

«ayer leí tu oficio, ufizzi, oficio laico y sacro, amor verdadero por la lectura/escritura: qué bien se lee ese libro, divertido a ratos, a ratos profundamente reflexivo, siempre imán vivo al ojo que (sentado) lee: gracias por las horas de regusto, de apasionamiento en esto que ambos amamos: y muy cierto que la destartalada a su manera y tu oficio a la suya, hacen pareja (feliz)».


(fragmento)
Con motivo de la escritura de este libro me he pasado días enteros sin salir de la oficina. Parece mentira, pero así es. Me he encerrado en mi cubículo de la Universidad, he llenado mi pequeño frigorífico con algunas viandas y me he puesto a revisar cada rincón de mi biblioteca, que ha ido creciendo a grandes zancadas en los últimos cinco años. Saco un volumen y me echo en mi sofá para revisarlo detenidamente. A veces me interrumpen pasajes que no recordaba y que se me presentan de una manera curiosa. No son pasajes propiamente sobre la lectura, sino a veces anécdotas o reflexiones sobre menesteres de suyo incompatibles a este arte. Algunos colegas del Departamento me han preguntado qué me tiene tan abstraído y yo, entusiasmado, les he ido explicando poco a poco sobre la redacción de este manuscrito. Seguro no he ejercido del todo bien mi magisterio, porque los colegas se van tan ignorantes como vinieron. Es difícil decirlo. Escribir un libro con estas características sólo le puede resultar útil a su propio autor, es decir a mí. Sobre la lectura se ha dicho lo mucho y lo poco, con más o menos palabras, pero tales palabras (menos o más) nunca serán suficientes ni en sus modos ni en sus contenidos. Yo, por ejemplo, siento que entre más escribo sobre el arte de leer, menos consigo alcanzar la idea definitiva, la frase global, el espíritu de esta filosofía. Con los libros que reviso sucede lo mismo. Las opiniones de los escritores varían, aunque todas desemboquen en lo mismo. Lo que me parece curioso es que pareciera que este libro que yo no sabía que iba a escribir se hubiera estado gestando en mí durante los más de veinte años que tengo como lector. Lo he descubierto ahora por los subrayados que he hecho a lo largo de todo este tiempo. Regularmente tales subrayados son ideas o conceptos en torno a la lectura y los libros, como si esta vocación de leer y esta relación con los libros se hubieran instalado inconscientemente desde aquel tiempo remoto en el centro de mis preocupaciones y en el margen, siempre a la orilla, silente, de mis obsesiones. Este libro se ha escrito, en cierto modo, a contracorriente de mí mismo. Se ha escrito a mis espaldas. Lo he venido leyendo en fragmentos, en trozos, aquí y allá, y apenas ahora he ido juntando sus partes para entregárselo

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