Hace poco escribí sobre los chelódromos (como los conoce el vulgo) o los espacios de convivencia segura (como los nombra el gobierno del estado), y ayer mismo di una entrevista también sobre el particular, dando mi posición. Aquí extiendo mi posicionamiento e incluyo algunas ideas que no aparecieron en esa entrevista. Antes de precisar algunas cosas, debo decir que a mí ambos términos no me espantan siempre y cuando estemos de acuerdo en el significado que designan. Y en la función que deben cumplir. Hasta donde he podido investigar, los chelódromos y los espacios de convivencia segura son dos cosas diferentes, aunque con algunos puntos de contacto. En los primeros, que vienen de una propuesta realizada hace tiempo por el diputado Romero Coello, se pretendía vender bebidas embriagantes, tener grupos musicales, etcétera. Propuesta que en su tiempo recibió el rechazo de la población. En los segundos, en cambio, y hasta donde también alcanzo a leer en la información dada al respecto, no habría venta de bebidas embriagantes sino, en cambio, vigilancia, iluminación y medidas de seguridad para evitar que los jóvenes no respeten el programa de conductor designado. Como lo dije en la colaboración que dediqué al caso, nada hay mejor que el respeto a nuestro estado de Derecho y al ámbito de nuestras libertades. En este sentido, veo tres implicados en este asunto: 1) el gobierno del Estado, 2) los padres de familia y 3) los jóvenes. Debería haber sólo dos implicados, en realidad, pero dada las condiciones actuales, hay que obligar a que los padres de familia no sólo sean jueces sino también parte de este problema. Por parte del gobierno del Estado está la obligación, aparte de capturar a los encapuchados que cometieron las violaciones (que es, en realidad, lo medular), crear lugares en donde los jóvenes puedan pasarse un buen rato sin que peligre su integridad física, y estos lugares son los espacios de convivencia segura, conocidos por el vulgo como chelódromos. Ahí está la aportación del gobierno, aunque no termine ahí, porque además deberá reforzar la vigilancia en los lugares despoblados (o brechas) y, sobre todo, hacer una campaña fuerte para advertir a los jóvenes y padres de familia de los inconvenientes que traer acudir a esos sitios. Por otro lado, está la participación de los padres de familia, responsables directos de advertir a sus hijos de no correr riesgos en los lugares donde el peligro puede ser inminente y, además, de las consecuencias que esta conducta puede acarrear en términos de violación a la ley. Y, por último, los jóvenes, cuya responsabilidad es la de mayor importancia porque nadie podría cuidar su propia integridad (física y psicológica) que ellos mismos. El joven debe estar advertido, pues, de lo siguiente: el gobierno del Estado y otras instancias de gobierno han creado los llamados “espacios de convivencia segura” o “chelódromos” en donde, hay que decirlo, no necesariamente se tiene que ir a tomar, porque igual se debe tener la libertad de ir a ver tomar. El joven también debe estar consciente de que la situación actual advierte de los peligros que se corren al acudir a los sitios despoblados (o brechas) y, por último, el joven debe además saber que, pese a todo lo anterior, la ley le concede el derecho y la libertad de hacer lo que él quiera siempre y cuando no transgreda el derecho de otro u otros, con lo cual si el joven no quiere ir a los chelódromos o espacios de convivencia segura sino ir a la brecha más inhóspita de todo Colima, puede hacerlo y nadie le dirá nada salvo que transgreda la ley o sea por otro transgredida. Nada podrá, pues, hacer el gobierno del Estado, los padres de familia o el mismo Dios, sin la conducta responsable de los jóvenes, quienes deben actuar con madurez y conciencia no sólo ante éste o aquel hecho que nos lastima (como el caso de los encapuchados) sino, sobre todo, ante su propio porvenir, que es, invariablemente, el nuestro.
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Excelente artículo, no podemos dejarle toda la responsabilidad al Gobierno, también los padres tenemos mucha responsabilidad en la forma de educar e inculcar valores a nuestros hijos, y va de la mano lo que los mismos jovenes hagan, lamentablemente no podemos forzarlos o decirle a donde ir o que hacer, pero si darles las herramientas y ayudarlos a que decidan lo mejor para ellos, siempre y cuando sea con responsabilidad y sin trangredir los derechos de otros, felicidaes, muy buen artículo, saludos
Rogelio:
Perdón por la ignorancia (aunque la respuesta me parece obvia), pero ¿»jóvenes» incluye o excluye a los menores de edad? No he leído la ley y tengo esa curiosidad. Gracias.
Javier
Hola muy interesante tu articulo, pero cuesta mucho trabajo leerlo (cansa la vista) intenta darle un mejor formato, separarlo en parrafos.