Mi computadora tenía días haciendo un ruido extraño. La llevé a que me la repararan. El técnico la vio y dijo: debe ser el disco duro. Cogió la computadora, la puso en otra mesa y empezó a revisarla. Al lado suyo, otro técnico maniobraba con una computadora que tenía todas las partes desperdigadas: la pantalla por un lado, el disco duro por otro, el teclado por otro. Estaban ahí las partes de la computadora, es verdad, pero no la computadora. Pensé: hasta que todas esas partes no estén “integradas” entonces serán ese artefacto llamado computadora y ésta, a su vez, sólo así puede cumplir su función. Lo mismo sucede con el hombre. Si nos quitaran las partes: la memoria, un brazo, el corazón, la esperanza, los ojos, estarían ahí las partes del hombre, es verdad, pero no el hombre, como en el caso de la computadora. Sin embargo, el asunto se vuelve más complejo cuando hablamos de un país. Por ejemplo: si le quitamos al país los sectores más vulnerables, o separamos el diálogo entre los partidos políticos, o enemistamos a las empresas privadas de las instituciones públicas, o confrontamos los programas de gobierno de los distintos estados o zonas geográficas, etcétera, ¿tendremos un país o sólo sus partes?, ¿podrá acaso cumplir su función así?, ¿le podremos llamar país a eso? Pienso, obviamente, en el mío propio, que parece estar sobre la mesa del técnico en computadoras con todas las partes desperdigadas y sin encontrar la forma, y he ahí su desgracia, de poder jamás ensamblarlas.
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Hola rogelio,felicidades eres un orgullo de colima,que tengas felices fiestas de navidad y año nuevo
Amigo: si hacemos un paralelismo de la computadora en mención y el México nuestro, separando del gobierno todos los corrupto, los ineptos, los traidores a la patria; los tránfugas de los partidos, tendríamos un México diferente, no cree. Saludos.