Varios desaguisados virtuales (y reales también, según me entero) ha generado el uso inapropiado de las redes sociales entre los universitarios. Comentarios que transgreden el espacio de privacidad personal -ocasionando el escarnio público- están, por decir lo menos, entre las causas de confrontaciones de los miembros de nuestra comunidad educativa y su consecuente animadversión, calando hondo en la armonía de las relaciones entre los pares académicos. Ignoro si nuestra casa de estudios tiene reglamentado el uso de las redes sociales e incluso del correo oficial de la institución, pero considero importante establecer un mínimo de reglas de prudencia y cortesía para evitar ventilar asuntos de estricto carácter institucional en las redes sociales, principalmente en el Facebook, adonde todo mundo va (o viene, según se le vea) a descargar no sólo sus alegrías sino, lo que es peor, sus sinsabores y frustraciones.
Las redes sociales pueden bien servir para estrechar la comunicación personal, pero no para trivializar la importante tarea institucional con posturas ofensivas, discriminatorias, prepotentes y hasta egocéntricas en contra de otros colegas universitarios. Como sabemos, para tratar cualquier diferencia o malentendido existen cauces adecuados, y muy mal hacen los profesores universitarios mostrando a sus estudiantes (pues muchos de estos navegan en la red a la par que sus mentores) ese reprochable magisterio de la inquina personal. Insisto: las autoridades correspondientes deberían ser muy puntuales en normar el uso de las redes sociales a fin de evitar que éstas transgredan los límites de lo institucional y entren en las esferas de lo personal, pues de esta manera se pierde por partida doble: personal e institucionalmente.
Nadie me diga que el uso de la libertad de expresión no tiene fronteras porque decirlo así es estar convencidos, precisamente, de que no existen los otros y sus derechos a ser respetados y protegidos de ese espacio que conforma su privacidad, en el que nadie puede entrar salvo que ellos así le permitan o una ley así lo prescriba. Empecemos, pues, por ser tolerantes y prudentes en el uso de las redes sociales, que debemos usar con respeto, criterio y, si no es mucho pedir, con agudeza.
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