Me queda claro que la salud física es imprescindible para el bienestar personal, hacer ejercicio es algo que impacta de manera positiva en nuestro estado incluso anímico, haciéndonos ver y sentir las cosas de una manera más esperanzadora, menos trágica. Pero también tengo claro que si esto se hace en compañía de otras personas (pocas o muchas) a través de actividades que ya de por sí implican júbilo (como bailar y cantar), entonces podremos llegar a alcanzar niveles de placidez realmente benéficos para nuestra salud mental y corporal.
El solo hecho incluso de contarle a alguien lo que nos pasa (de conversarlo simplemente, sin esperar respuesta o solución a aquello que nos inquieta) ya es una terapia magnífica para nuestro equilibrio emocional. Yo mismo, que soy muy susceptible y tengo los nervio tan delgados como un pabilo, sé lo bien que cae hacer ejercicio, conversar, escuchar música, dormir las horas debidas, comer sanamente, etcétera, sobre todo ahora que nuestro entorno es por demás desolador y siempre nos está enviando mensajes catastróficos.
Por eso es que aplaudo el programa de activación física coordinado por el Centro Universitario de la Familia Universitaria (CEDEFU), que dirige Alicia López de Hernández, y la Dirección General de Cultura Física y Deporte de nuestra casa de estudios, pues en él, como lo mencionó el coordinador del programa “Reto por tu salud”, Carlos Hernández Nava, se “ponen a prueba los valores de autoestima, unidad, alegría, respeto, trabajo en equipo, tolerancia, solidaridad, disciplina, igualdad, gratitud, responsabilidad social, honestidad, cooperación, libertad, aceptación”, entre otros. Y es verdad. La macro clase que se realizó en días pasados, y que incluyó a personas con discapacidad, demostró no sólo el éxito de este programa sino la necesidad de perseverar en él.
La macro clase logró reunir a más de dos mil universitarios (entre alumnos y trabajadores) y realmente abarrotó nuestro Polideportivo Central. Más allá, he dicho, de que se active nuestro cuerpo, creo que lo más importante es que se fortalezca dentro de la comunidad universitaria ese sentido de identidad y pertenencia, ese sentido de unidad en la gran diversidad que es y constituye a nuestra institución educativa. En el momento en que tenga sentido para nosotros pertenecer a la comunidad de la que formamos parte integral, en ese momento seremos, sin duda, más fuertes y menos vulnerables.
La tarea y el compromiso, pues, del programa de activación física es persistir y extenderse a todos los ámbitos del quehacer universitario, convirtiéndose en una política universitaria permanente y transrectoral, pues su trascendencia para el bienestar de la población universitaria, que a su vez forma parte sustancial de la misma sociedad colimense, así lo exige.
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