El nuevo ciclo escolar arranca en nuestra Máxima Casa de Estudios acompañado de dos hechos trascendentes para nuestro quehacer universitario: la estabilidad del liderazgo rectoral (que recientemente fue confirmado con la reelección del Rector José Eduardo Hernández Nava) y la estabilidad financiera (con el reciente primer pago por parte del Gobierno del estado al adeudo histórico universitario).
Ambos acontecimientos pueden servir como punta de lanza para consolidar este segundo periodo rectoral y, además, sentar las bases para posicionar a nuestra Universidad a nivel nacional en el rubro de la docencia, la investigación y la internacionalización de sus estudiantes y sus programas de estudio. En este nuevo (y último) periodo rectoral, el Rector Hernández Nava deberá aprovechar la experiencia de los primeros cuatro años para continuar con la misión de responsabilidad social que se impuso como marca de su rectorado, no dejando al lado por ningún motivo a la comunidad universitaria, que seguramente lo querrá ver todavía más cercano y más atento a sus necesidades y demandas.
Fundamental será para el Rector y la transición por venir (incluida la de 2018) consolidar su liderazgo al interior del recinto universitario para, con ello, poder evitar cualquier embestida del exterior que pretenda erosionar la autonomía y la gobernanza de nuestra institución educativa. Por otro lado, la estabilidad financiera de la que empieza a gozar ya de forma palpable nuestra Casa de Estudios deberá servir para darle un rumbo más claro a la tarea educativa, administrativa y, sobre todo, de investigación.
Es importante que la racionalización de ese recurso (que tanta falta hacía a nuestra Universidad) se destine a aquellos rubros que mejores dividendos traerán para el desarrollo de la institución, evitando con ello generar suspicacias en aquellos que siguen prestos a desacreditar la noble labor que lleva a cabo toda la comunidad universitaria. De no hacerlo así, el Rector Hernández Nava será sujeto de duras críticas que seguramente pondrán en un desgaste innecesario tanto a él como a su cercano equipo de colaboradores.
Las condiciones están dadas, pues, para que el Rector de nuestra Máxima Casa de Estudios logre imprimirle a su gestión rectoral un sello genuino que lo lleve a sentar las bases de una Universidad donde la pluralidad, la tolerancia y la conciencia real de estar realizando una labor trascendente para nuestra sociedad sean la razón de ser de su actual liderazgo.
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