El pasado 2 de octubre se cumplieron 50 años de la masacre de estudiantes en Tlatelolco, ordenada por el ex presidente Díaz Ordaz, contra quien empieza a recaer la dura lápida de la condena histórica. La numerología sobre el número de estudiantes asesinados sigue siendo un misterio, como también la de los responsables particulares, pero lo que no cabe duda es de que el Movimiento del 68 fue un movimiento que nos alertó sobre la importancia que la universidad ha tenido en el progreso de una sociedad. Como buena catalizadora de las ideas e ideologías de avanzada, la universidad en la Latinoamérica del pasado siglo tuvo una participación social que poco se le ha reconocido, y estudiado, sobre todo en los países que padecían el lastre de los regímenes totalitarios. Fueron las universidades tamices, por ejemplo, de las ideas comunistas, las cuales pasaron a la realidad en forma de movimientos de resistencia o de protesta contra la avanzada capitalista de Estados Unidos. En República Dominicana se arraigó en jóvenes universitarios que participaron en el conocido movimiento 14 de junio, guerrilla de izquierda que pretendía derrocar al dictador Leónidas Trujillo. En Uruguay fue alimentadora de la guerrilla Tupamara. En Argentina de la guerrilla Montoneros. Etcétera. La universidad ha cumplido históricamente una función de contrachoque de toda avanzada que ponga el bienestar social contra la pared. Sería anómalo lo contrario, esto es, tener una universidad retrógrada y más bien reaccionaria. No es esto parte de su esencia. Por eso, la rebeldía que mostraron los estudiantes aquel 2 de octubre en Tlatelolco debe servirnos para no olvidar esa razón de ser y función de toda universidad: generar ciudadanos críticas, libres, que busquen deshacerse de cualquier yugo que impida el progreso social, aun a costa de la muerte. Como se dice de los autores muertos, cuyo mejor homenaje es leerlos, así debemos hacerlo con la función de la universidad: hay que honrarla cada vez que podamos no dejando que se cometan atropellos por cualquier autoridad en contra de nadie, no permitiendo que se convierta el pensamiento crítico en una baratija de mercado, no dejándose incluso silenciar por nada que atente contra nuestra dignidad humana. El conocimiento, como la belleza, es peligroso para los regímenes autocráticos, y en ningún otro lugar se fomenta tanto el conocimiento, como la belleza, que en una universidad, por eso es que su función ha sido tan importante para aquellas sociedades que han padecido cualquier forma de totalitarismo, y en México (en el 68, pero también con Ayotzinapa) no fue la excepción. La rebeldía estudiantil, entre mayor sea, más reflejara el espíritu y la esencia de una universidad, su misión principal. Esto es lo que, al menos para mí, me trae a la cabeza el Movimiento del 68, más allá de la propaganda que se le haga año con año.
Escribe un comentario en este artículo
Artículos | 11 de febrero, 2022 | 0
Artículos | 23 de enero, 2022 | 0
Artículos | 4 de diciembre, 2021 | 0
Artículos | 12 de noviembre, 2021 | 0