Entre los libros presentados en la pasada Jornada Altexto 2016, que tuvo el acierto ahora de realizarse en nuestro campus central, se presentó un libro que me parece fundamental para entender la Universidad del futuro: La dimensión internacional del currículum. Los primeros pasos… en la Universidad de Colima (Universidad de Colima, 2016), coordinado por el Rector José Eduardo Hernández Nava y la directora general de Relaciones Internacionales y Cooperación Académica, Genoveva Amador Fierros.
El tema central del libro es, esencialmente, la internacionalización de nuestra Máxima Casa de Estudios, sus implicaciones, sus razones y las mejores formas de llevarlo a cabo, de acuerdo a la nueva avanzada existente en el resto del mundo. Si bien ese libro es el resultado de dos talleres donde participaron 76 representantes de facultades, lo cierto es que el tema de la internacionalización de nuestra casa de estudios es añejo y ha tenido como una de sus principales impulsoras a la propia Amador Fierros, quien se ha preocupado por poner a nuestra Alma Máter en la dimensión global que le corresponde, y merece.
El libro contiene un primer acercamiento (realizado a cuatro manos por Hernández Nava y Amador Fierros) sobre la importancia de esa globalización curricular y después deriva en una serie de capítulos que abordan de forma específica cómo darle esa dimensión a las áreas profesionales del saber (filosofía, pedagogía, educación especial, contaduría, etcétera), a fin de que esa dimensión global del conocimiento, de la enseñanza y de la propia vida no se pierda. Hernández Nava y Amador Fierros, según se lee en el capítulo “La educación superior en un contexto de globalización”, están convencidos de que “es altamente probable que las universidades sin una estrategia de internacionalización o que no tengan claridad de cómo la internacionalización puede ayudarles a incrementar la calidad de sus funciones y productos, podrían rezagarse seriamente”.
No hay que perder de vista ese esfuerzo de globalización que siempre tiene que ir en los dos sentidos: tanto de los universitarios que salen a otros países a recoger experiencias y visiones nuevas, como de los universitarios (estudiantes, académicos) que viene de otras universidades a la nuestra a dejar un bagaje considerable de saberes que, finalmente, enriquecerán nuestra tarea educativa.
El intercambio cultural es fundamental para enriquecer las perspectivas y la idea que tenemos sobre muchos aspectos de nuestra vida, no sólo el puramente académico. Expandirla, por tanto, es una responsabilidad social y se tendrá que convertir en un derecho fundamental humano (como el de la conectividad) si no queremos, como bien lo dicen los coordinadores de este libro, quedar a la zaga del desarrollo y progreso humano.
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