Formación de jóvenes investigadores
Las principales universidades del mundo tiene ya, desde hace algunas décadas, como base de su principal misión a la investigación, incluso por encima –aunque parezca paradójico- de la propia docencia. Esto no resulta para nada ilógico si pensamos que las universidades no podrían enseñar nada si antes no generan el conocimiento que están obligadas a transmitir, nazca en su propio seno o en otro. Por tanto, es un imperativo que en los programas universitarios de carrera, en especial en los de posgrado, se incluya un plan estratégico de formación de jóvenes investigadores, quienes después ocuparán en un buen porcentaje las cátedras de las diferentes áreas de especialización universitaria.
En mi paso por diversas aulas universitarias me he encontrado que los estudiantes (de licenciatura y posgrado) poco o nada saben del camino a seguir para empezar a ser y eventualmente consolidarse con el tiempo en lo que conocemos como un profesor-investigador universitario. El ámbito de la docencia, por lo visto, no requiere mayor complicación, pues sólo se trata de enseñar –de preferencia- un aspecto del saber que conozcamos ampliamente, lo que devendrá en buenos dividendos magisteriales. Lo idóneo, pues, es que quien enseña una materia debe ser experto en la misma o, si se trata de un ámbito general, que cumpla por lo menos con el saber igualmente general que requiere dicha materia.
Es, sin embargo, en el rubro de la investigación en el que observo que los estudiantes universitarios se encuentran entre tinieblas. Muchos, por ejemplo, ignoran aun lo que es un artículo académico, una revista arbitrada o indexada, una red académica, la función de un comité editorial, no saben cómo se forma un plan de investigación, cómo se concursa una plaza académica nacional o extranjera, qué se necesita para hacer nuestro curriculum vitae más atractivo, cómo se prepara una entrevista laboral para ingresar a una universidad, cómo se escribe la solicitud para obtener una plaza académica, etcétera.
En nuestro magisterio cotidiano olvidamos u obviamos cosas tan básicas, incluso, como aludir los sitios donde se pueden encontrar los congresos más importantes de nuestra área, las bases de datos para buscar bibliografía, la lista de revistas de mayor prestigio y, por encima de todo, la forma en que debemos ir construyendo nuestro portafolio de investigación que nos pueda servir o bien para obtener una beca de investigación, una plaza de profesor universitario, ingresar a una academia, asociación o cuerpo colegiado de investigadores, poder aspirar a ser parte del Sistema Nacional de Investigadores o, simplemente, conseguir que con los años se nos pueda reconocer la contribución a un área específica del saber, aquella, por supuesto, en la que hayamos trabajado durante décadas arduamente.
Hace falta, por tanto, que se funde, aunque sea de facto, una escuela formadora de nuevos investigadores, que estén trabajando o colaborando con investigadores seniors a fin de que puedan aprender sus destrezas y forjar su propio camino, única vía a través de la cual las universidades que aspiran a una mejor posición a nivel nacional o internacional podrán objetivamente alcanzarla.
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