El agua y el aceite: la urgente necesidad de despolitizar la academia

Con mi felicitación por el 30 aniversario de El Financiero

En su ensayo “El país sin partido”, Octavio Paz afirmó que la realidad legal de México nunca ha reflejado la realidad real de la nación porque uno de nuestros males, que inicia en nuestra Independencia y que perpetuaría el PRI por más de setenta años, es la “instauración de la mentira constitucional”. Nos hemos visto obligados, pues, a vivir en dos realidades distintas: aquella que aparece en los discursos políticos, los manuales de ensamble, las leyes civiles o mercantiles, las estadísticas, y aquella otra, menos obsequiosa, que realmente gobierna nuestras vidas y nos enfrenta a la crudeza de la realidad cotidiana. Tal vez por eso vivimos sometidos a la tiranía de esa suspicacia que nos enfrenta siempre a la misma pregunta: ¿cuál será la verdad real que esconde esa mentira? No creemos en nada ni en nadie y, sin confianza en el otro (uno de los principios de la educación neozelandesa y finlandesa, por ejemplo), es imposible construir un proyecto de nación. El imperio de la mentira abarca, desafortunadamente, todos los ámbitos. Uno, entre todos ellos, es crucial: el educativo. También en este rubro no hemos salido indemnes. Por más que se empeñen los organismos educativos en darnos cifras halagüeñas, los más de cuarenta millones de pobres de nuestro país (11.7 millones de los cuales en pobreza extrema, pero, en contraste, tenemos al hombre más rico del mundo) no hacen sino confirmar que nuestro sistema educativo, al igual que nuestro estado y su lucha contra el narcotráfico, ha fracasado. En Nueva Zelanda siempre me reciben con la misma pregunta: ¿cómo es que un país con petróleo puede tener ese número de pobres? Me encojo de hombros y me digo a mí mismo: porque el oro negro le pertenece a unos cuantos funcionarios.  Esta verdad la tenemos frente a nuestras propias narices y, debido al imperio de la mentira que nos ha gobernado durante años, somos incapaces de creerla y, más grave aún, buscamos buenos argumentos para justificarla. Lo infame es que no sólo esos más de cuarenta millones de pobres lo confirman, sino también el retraso que tenemos en ámbitos como el de la democracia, la ciencia y la tecnología (compramos el 96% de la tecnología que usamos, según dato ofrecido por Juan Ramón de la Fuente), la actitud medioambiental, la industria, el campo, los valores cívicos, etcétera. Si nuestro sistema educativo funcionara, nuestras calles no estarían manchadas de sangre y nuestros modos de gobierno, nuestro sistema de partidos, no tendría la apariencia de una selva en la que, en lugar de debatirse para llegar a consensos, se golpea para imponer caprichos. El daño causado por haber tenido un partido único durante décadas es igual al que inflige el más dantesco de los totalitarismos. Todas las generaciones que crecieron en él lo han calcado en su memoria genética y es muy difícil que apelen a otras prácticas porque nadie puede reproducir actos que no han pasado por la fuerza de la costumbre. Inútil buscar el nombre de individuos culpables cuando es la especie la que está enferma. ¿O se puede realmente ser democrático, tolerante o incorruptible de la noche a la mañana? En las universidades vemos reproducidos también estos males igualmente padecidos por nuestro sistema político. En ellas, normalmente, también impera la intolerancia, la represión, la falta de autocrítica, la corrupción y, sobre todo, siguen siendo usadas como trampolines políticos. Debido a esto, tampoco es una solución darle a la educación mayores presupuestos (y mucho menos hacerlo con fines puramente electoreros) si estos van a ir a dar a manos de campañas políticas, empresarios, canonjías mediáticas, etcétera, y nunca para los objetivos que definen la razón de ser de una universidad: la transmisión y generación de conocimiento. Hace poco, Carlos Ramírez, columnista de este mismo periódico, hablaba del caso de la BUAP, y lo hacía de forma esperanzadora, yo no podría decir lo mismo con respecto a la Universidad de Colima, que, a un año de cambiar rector, se encuentra acechada por un grupo de políticos comandados por el ex rector (aquí va el trampolín) y ex gobernador  Fernando Moreno Peña. La quieren secuestrar de nuevo para usar su botín con fines puramente políticos y empresariales, como lo hicieron antaño. Antes de dar más recursos, tenemos que asegurarnos que estos van a ser destinados a la academia y no al abultamiento de unos cuantos bolsillos. Tenemos que convencernos que en México, como lo he dicho, no está mal tal o cual individuo, sino la especie. Si no cambiamos la especie (y esto se logrará con libros en lugar de metralletas), México no sólo se quedará sin entradas (inversión extranjera, turismo, etc.), sino, lo que es aún peor, sin salidas.

Artículo publicado en El Financiero.

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7 comentarios en “El agua y el aceite: la urgente necesidad de despolitizar la academia”

Javier C Bravo Magaña 21 octubre ,2011 a las 7:42 am

Rogelio:
Como dijo el que supo que al día siguiente se acababa el mundo: «Yo me voy para Mérida, lindo hermoso» (o alguna otra versión adaptada a circunstancias específicas. La descripción es casi realista, pero el remedio (más libros) es utópico por el momento. ¿No habrá nadie que nos proponga algo más cercano, factible y verdero, digamos antes de que se mueran los 40 millones de pobres, los sustituyan otros tantos, y se nos acaben las salidas? NB La descripción habla más que los adjetivos.

Javier

PD Cuando vuelvas a venir, si apartas tiempo para un cafecito, podríamos añadirle profundidad histórica a tu descripción. Aquí, es utópico.

Javier C Bravo Magaña 21 octubre ,2011 a las 7:43 am

Rogelio:

NB La corrección que hice.

Como dijo el que supo que al día siguiente se acababa el mundo: “Yo me voy para Mérida, lindo hermoso” (o alguna otra versión adaptada a circunstancias específicas). La descripción es casi realista, pero el remedio (más libros) es utópico por el momento. ¿No habrá nadie que nos proponga algo más cercano, factible y verdero, digamos antes de que se mueran los 40 millones de pobres, los sustituyan otros tantos, y se nos acaben las salidas? NB La descripción habla más que los adjetivos.

Javier

PD Cuando vuelvas a venir, si apartas tiempo para un cafecito, podríamos añadirle profundidad histórica a tu descripción. Aquí, es utópico.

Hola Rogelio:
Estoy totalmente de acuerdo con usted, y tiene razón de que los libros podrían ser una solución, sin embargo considero que también lo sería la reducción de salarios empezando por los de nivel más alto (Presidente, Secretarios de Estado, Gobernadores, etc.);esto es que realmente tengan visión de funcionarios al servicio de la ciudadanía y no de sus intereses personales.

Tu artículo, Rogelio señala una verdad precisa. El problema es la falta de veracidad y por tanto la falta de confianza. Opino que el remedio está en cambiar la manera en que se educa a los mexicanos desde la primera infancia. Es muy difícil modificar la conducta básica de cualquier persona después de los seis (sí, dije SEIS) años de edad. Esta es una tarea para gigantes. No es imposible, está demostrado en otros lugares como el que habitas que se puede lograr. Pero la ética de base que sostiene todo el edificio mental y por ende de las costumbres, tiene que cambiar. Las que pueden hacer este cambio son las mujeres. Creo que todo esfuerzo para lograr una ética diferente debe comenzar por la educación de las mujeres. Ahí el rezago es pavoroso.

Hola, Rogelio: Comparto tu análisis, pero también estoy de acuerdo con Javier Bravo. Los libros (y la educación) son remedio a mediano y largo plazo, que deben empezar ya, pero algo hay que hacer para lo inmediato.
Saludos.

ni libros ni metralletas, acciones.
ucol nace de las politiquerías, ¿qué esperabas de una universidad así?

En el caso de Colombia, los dos partidos tradcionales (supuestamente de ideologia liberal y conservadora)historicamente han estado disputandose en las elecciones el poder ( Me temo que sea solo cuestion de «poder» )y han actuado como en Mexico (Lo que llamo Vargas Llosa»la dictadura perfecta»ver articulo).No se que pensar con lo que dice Rogelio de la «especie» me recuerda el experimento que hiceron en la Argentina hace mas de 50 años al considerar que se debia renovar la «especie» y posibilitaron una amplia emigracion que debia ser del rango»Anglosajon» y Argentina cayo en lo que si se puede estar seguro «en una dictadura de corrientes populistas». Ciertamente la Educacion es una «panacea» como sospecha Rogelio y esto lo supo con total claridad «Simon Bolivar» y su legado se empatano en todo menos en buscar su desarrollo «El Desarrollo Educativo». Porque eso es lo que mas le ha interesado a las ideologias oligarquicas de los llamados paises en desarrollo y todas las hegemonias del primer mundo «controlar a los paises, controlando su educacion»

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